martes, 6 de diciembre de 2011

Se tú mismo, la vida es demasiado corta para ser alguien más.

Ella siguió caminando después de que se despidieran, pero algo no le cuadraba. Ya no tenía ganas de seguir reteniendo las lágrimas porque le habían empezado a doler los ojos. Ya no tenía ganas de seguir fingiendo que no pasaba nada y de que no le dolía todo aquello. Ya no podía seguir aparentando ser fuerte porque por dentro la habían destrozado, y era más vulnerable que nunca. Ya no sería más un estorbo, pero tampoco sería la que volviese a perder. De modo que dió media vuelta y salió corriendo a buscarlo. Porque aunque sabía que el rechazo le haría sentirse aún peor prefería ser valiente y arriesgar, que ser una cobarde y conformarse con un simple abrazo.

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